“No podía soportar las condiciones que todos nosotros —yo y mis compañeros de trabajo— teníamos que soportar. Trabajábamos tanto y no recibíamos nada a cambio. Sabía que tenía que alzar la voz y organizar a otros para que hicieran lo mismo. Nunca me imaginé que lograríamos tanto juntos. Ahora siento que no me cabe la felicidad en el pecho .” — Ángel, atrapa pollos en Delaware, Maryland y Virginia.
El año pasado, un grupo de personas que trabajaban como atrapa pollos decidió que ya habían tenido suficiente. Ángel fue uno de ellos. Los apoyamos en presentar una denuncia ante el Departamento de Trabajo (DOL, por sus siglas en inglés) para buscar justicia por las condiciones inhumanas de trabajo que su empleador les imponía. Y ganaron.
En honor al Día Internacional de las Personas Trabajadoras, me emociona compartir con ustedes su increíble historia de resistencia.
Miembros del equipo del CDM y CATA felices tras una clínica productiva con atrapa pollos en Maryland
Capturar pollos es un trabajo agotador. El trabajo más duro que han tenido, según Ángel. Pero las personas trabajadoras soportaban el trabajo porque no había nada que no harían por sus familias y por una oportunidad de un futuro mejor. Todo lo que esperaban eran condiciones laborales decentes y un salario justo. Aparentemente, eso era mucho pedir.
Muy a menudo, el empleador no pagaba a los trabajadores por todas las horas trabajadas. No proporcionaban el equipo de protección vital como guantes y mascarillas, que pueden salvar vidas si las aves están infectadas con gripe aviar.
Las personas trabajadoras recién contratadas lo pasaban aún peor. El empleador los obligaba a trabajar como aprendices — o palomeros— haciendo el mismo trabajo agotador que todos los demás, pero sin paga. Y tenían que permanecer como aprendices hasta que otra persona trabajadora dejara la empresa, lo que significaba que muchos pasaban meses sin recibir un salario. Mientras su empleador se negaba a pagar un salario justo —o cualquier salario en absoluto—, fueron sus propios compañeros quienes dieron un paso al frente. En un poderoso acto de solidaridad, reunían parte de sus propios ingresos cada semana para asegurarse de que los aprendices tuvieran lo suficiente para poner comida en la mesa para ellos y sus familias.
El abuso era profundo en esta operación avícola. Pero, por suerte, Ángel nos contactó y, con la ayuda del Comité de Apoyo a los Trabajadores Agrícolas (CATA), Cohen Milstein, FarmSTAND y el Public Justice Center, pudimos apoyarlo a él y a sus compañeros en la presentación de la denuncia ante el DOL. Tras una investigación exhaustiva, la empresa pagará más de $650,000 en salarios no pagados a 56 personas que trabajaron como atrapa pollos.
Ángel y sus compañeros de trabajo tienen mucho que enseñarnos sobre el coraje en tiempos de incertidumbre. Ante abusos inimaginables, sabían que debían levantar la voz, incluso cuando todo estaba en su contra y no había garantía de que sus acciones marcarían la diferencia. Al hacerlo, descubrieron el verdadero poder de la acción colectiva en la lucha por la justicia y la equidad.
Este Día Internacional de las Personas Trabajadoras, honremos el valor de quienes se atrevieron a alzar la voz por lo que es justo. ¿Te unirás a ellos en la lucha por salarios dignos, condiciones laborales seguras y el derecho de toda persona trabajadora a expresarse sin miedo?