Ha pasado más de un año desde que apoyamos a Maritza Pérez Ovando y Adareli Ponce Hernández en la presentación de la primera comunicación pública en contra del gobierno de los EE.UU. bajo el T-MEC. Respaldad por más de 153 firmantes, 125 organizaciones y 28 personas líderes académicas, la comunicación pública argumenta que Estados Unidos está permitiendo que mujeres migrantes como Maritza y Adareli se enfrenten a una discriminación estructural basada en sexo en el marco de los programas de migración laboral.
Cuando presentamos la denuncia, agradecimos las promesas de personas funcionarias estadounidenses de resolverla centrándose en las prioridades de las mujeres migrantes e incorporando sus recomendaciones. Pero después de 373 días sin ningún cambio de política concreto, esas promesas a las mujeres migrantes parecen nulas. La falta de acción del gobierno perpetúa la violencia contra las mujeres a través de las fronteras.
Es por eso que hoy presentamos evidencia adicional que incluye testimonios de trabajadoras y varios ejemplos de anuncios de trabajo discriminatorios. Este suplemento destaca los abusos que las mujeres siguen enfrentado: violencia sexual en sus lugares de trabajo, negación constante del acceso a oportunidades laborales en los Estados Unidos y salarios más bajos que sus contrapartes masculinas. Estas mujeres están compartiendo valientemente sus historias para exigir cambios tangibles e inmediatos.


“No es justo que solo los hombres consigan trabajo. Muchas de nosotras somos madres solteras; tengo tres hijos y tengo que luchar por ellos,” dijo Reyna López, una trabajadora campesina en México. Cuando llegó a la oficina de reclutamiento para entregar su papeleo para solicitar un trabajo, le dijeron que el cultivador solo estaba contratando hombres. “Cuando no podemos acceder a trabajos, nos están privando de la oportunidad de mantener a nuestras familias. Espero que el gobierno de los Estados Unidos resuelva esta queja para que la próxima vez que presente una solicitud de empleo, el resultado del proceso de contratación sea diferente para mí y para todas las mujeres que nos están dejando a un lado. Queremos tener la oportunidad de tener éxito.”
El gobierno de los Estados Unidos tiene el deber y la responsabilidad de responder a los cientos de miles de mujeres que se enfrentan todos los días a la discriminación basada en el sexo como resultado de este sistema defectuoso de migración laboral.
El T-MEC tiene disposiciones laborales más estrictas que el acuerdo anterior, pero aún está en duda si existe la voluntad política de utilizarlas para mejorar las condiciones de las y los trabajadores migrantes. Si toma en serio su compromiso de defender los derechos de las personas trabajadoras y las mujeres de color, el gobierno de los EE.UU. resolverá nuestra queja de una manera integral e inclusiva que aborde de manera efectiva la discriminación sexual estructural.
En el Día de César Chávez y el último día del Mes de la Historia de la Mujer, ¿te unirás a las mujeres trabajadoras migrantes haciendo una donación para apoyar nuestros esfuerzos?